
Salmo 130
Lamentaciones 3:23-33
2 Corintios 8:7-15
Marcos 5,21-43
El texto nos presenta dos milagros de Jesús, el primero de curación, el segundo de resurrección.
Como en todos lo milagros, el énfasis está puesto en la demostración del poder de Dios y en la manifestación de su señorío aún sobre aquellas cosas que exceden el poder humano. Son una forma de decirle a las personas que hay disposición de Dios para amar a sus hijos e hijas y esto va más allá de los límites naturales.
La mujer con flujo de sangre.
a. Jesús siente que algo ha sucedido y se detiene para identificar a la persona. Para Jesús cada uno tiene un rostro y –lo que es más significativo aún- cada uno tiene algo que resolver en su vida, una enfermedad o una tragedia. Así como para nosotros los rostros se confunden y pierden en la multitud, para Jesús cada persona es tratada con la dignidad que en sí misma lleva por ser criatura de Dios. Esta mujer fue identificada entre la multitud para mostrar que Dios nos trata por nuestro nombre y sabe de nuestros problemas.
b. Jesús le dice: “tu fe te ha salvado”. Para ser precisos debemos decir que en este relato es la combinación de la acción de Jesús – que es presentada como involuntaria –, con la fe de la mujer que hizo todo lo posible por tocar al Maestro.
El segundo milagro es la resurrección de la hija de Jairo. Otra vez vemos la actitud de reconocimiento del prójimo por parte de Jesús y la oposición de quienes lo rodean. Para Jesús, Jairo y su mujer eran dos personas que estaban sufriendo y a quienes él podía ayudar
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