Salmo 146
Isaías 35:4-7
Santiago 2:1-17
Marcos 7:24-37
El pasaje que hoy nos señala el leccionario se compone de dos relatos de milagros. Ambos se dan en territorio gentil (población no israelita): el primero en la región fenicia, el segundo en Decápolis. El ambiente gentil que constituye el marco narrativo debe tenerse en cuenta.
1. La mujer sirofenicia. La mujer llega a Jesús por la fama de él. Ella es caracterizada en primer lugar por su preocupación: tiene una hija con un “espíritu impuro (inmundo)”. Luego se la describe por su actitud: se arroja a los pies de Jesús. Y finalmente se la caracteriza étnica y culturalmente: es de origen sirofenicio, de cultura griega.
La disposición humilde de la mujer se manifiesta por su actitud inicial, ponerse a los pies de Jesús. Jesús reacciona señalando que no está bien interrumpir ese momento para atender otros asuntos. Pero la mujer insiste que también ella quiere aunque sea las migajas de ese alimento. Y Jesús se lo da, haciéndola a ella misma protagonista de la curación de su hija.
La perseverancia de la mujer reivindica (ni más ni menos que frente a Jesús) la situación de los humildes, de los que están fuera del círculo elegido. Estrictamente, la expulsión del demonio no la realiza Jesús sino la propia mujer. “Por esta palabra, vete, que ha salido el demonio de tu hija”. Es la palabra de la mujer la que ha puesto fin al problema que le traía a Jesús.
2 El sordomudo.
El relato de la curación del sordomudo pone en evidencia la influencia local de los ritos de los taumaturgos de los cultos helenistas. Jesús realiza una “actuación” que se asemejará a algunos de los ritos curativos que se ven en relatos de los “hombres divinos” de las tradiciones helenistas. Una vez que se le soltó la lengua, comenzó a contar lo que le había hecho Jesús y propagar su fama, indicando, de paso, una referencia de cumplimiento de la profecía.
Otra cuestión que se da en estos y en otros relatos similares es el la cuestión solidaria. En ninguno de los dos casos la persona “beneficiaria” del milagro se presenta por sí. En el primer caso es una madre rogando por su hija. En el segundo son unos anónimos (probablemente vecinos de la zona) los que acercan a Jesús al amigo disminuido. Son personas que interceden por otros.
En el primer caso podemos decir que el afecto materno impulsa a esta mujer a atreverse ante un forastero famoso y soportar su desplante inicial. También es cierto que Jesús no llega a conocer a la niña. Estos elementos marcan lo que podríamos llamar “afectos solidarios”. Los que se preocupan por el vecino, el del propio Jesús que habilita a la mujer para que su palabra expulse al demonio de una niña a la que nunca llega a conocer personalmente
lunes, 7 de septiembre de 2009
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